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Balada

  • Vicente Guevara
  • 18 nov 2017
  • 1 Min. de lectura

El batir de las olas, corazones latiendo, el trepidar de los pasos y el fuego, resuenan los rayos del crepúsculo, los pies desnudos sobre la suave arena y la melódica brisa cobija alegres cuerpos y sombras ante la fogata; fugaces, febriles como las llamas se deslizan contra el ahora, contra la piel, como la sal resplandeciente al mar pertenecen. Idilio, fantasía infinita de pasión, vida sin final ni comienzo, como la marea siempre presente; unos con el mar, no hay diferencia entre parientes que cruzan el velo y se alzan al vasto viento. Llamas que no se apagan, continúan perpetuamente en esta tierra, donde tu eres yo y yo soy tu, como el mar y el aire, el jurel y el arrecife, la palma y la arena. El idilio continúa, faces seniles y jóvenes indistintas en un ensueño que no sabría relatar, del que huir no se desea. Y así palpitan los tambores, y repica el fuego y sus sombras, hasta el comienzo.

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2017. Escuela de Psicología-FHyE. Universidad Central de Venezuela Ciudad Universitaria

Los Chaguaramos.

Caracas, Venezuela.

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