Otro día más

Anoche cuando nos cansamos del temblor, corrimos a la estación, no llegamos, eran las 11 muy tarde o muy temprano para dejar el ruido, la alegría y la locura. Ayer la mujer apoyada sobre la barra se cayó y aun así no dejaba de cantar, salió, me dijo que la salvara, no me puedo ir contigo – le dije. Sálvate a ti misma. Y la ciudad seguía intentado perderme en sus callejones. Ahora eran las 6:00 am el sol salía leve y la calle del barrio me abría las piernas, amante leal de corazón de bloques rojos y escaleras interminables.

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